El Músculo PSOAS: “El Reflejo del Miedo”
DEFINICIÓN Y FUNCIÓN
El psoas es un potente flexor de la cadera y un rotador externo del fémur, es el músculo más profundo y estabilizador del cuerpo humano, que afecta a nuestro equilibrio corporal, amplitud de movimiento articular y funcionamiento de los órganos del abdomen.
Es el único músculo que conecta la columna vertebral (las cinco vértebras lumbares) con las piernas, el responsable de mantenernos de pie y el que nos permite levantar las piernas para caminar. Un psoas sano estabiliza la columna vertebral y proporciona apoyo a través del tronco, formando además un buen estante para los órganos abdominales, y transfiere el peso de arriba abajo, transmitiendo flujos energéticos en ambas direcciones.
Es un músculo vital en todo movimiento que implique equilibrio, rotación del tronco y de las piernas y en definitiva, cualquier movimiento general del cuerpo. Si este músculo se usa constantemente para corregir la estabilidad interna, al cabo del tiempo puede empezar a perder flexibilidad y a acortarse de forma crónica, provocará que otros músculos del abdomen y de la espalda se vean obligados a compensar el equilibrio y empiecen de esta manera todo un proceso de adaptación. Estos trastornos provocarán, a la larga, lesiones crónicas en la espalda, cadera, rodillas o pies.
El psoas desempeña un importante rol en relación con los riñones, corazón y diafragma torácico. Forma parte de uno de los mayores complejos musculares del cuerpo, y en la mayoría de los casos de desequilibrio muscular desempeña una función clave. “Sede del alma” o “músculo del alma”, son algunas de las expresiones de respeto empleadas para denominarlo sobre todo en la cultura oriental. Todas ellas señalan el fuerte impacto de este musculo sobre nuestra estructura, órganos y el estado energético de nuestro ser. El psoas es importante para nuestra salud, vitalidad y bienestar emocional.
CONSECUENCIAS DE UN PSOAS ACORTADO
El acortamiento del psoas provoca una tensión de las vértebras hacia abajo ocasionando una presión discal y una hiperlordosis lumbar. Este problema puede ocasionar a largo plazo dolor lumbar, pinzamientos, tensión en la fosa iliaca y en el muslo.
Otra de las razones que provoca el acortamiento de este músculo es el pasar muchas horas sentadas: personas que tienen trabajo en oficina, conductores, estudiantes, etc. Si a esto le sumamos una postura incorrecta por el uso del ordenador o por no utilizar un asiento inadecuado el efecto se multiplica.
Una de las cualidades de este músculo es que se acorta cuando esta relajado y se alarga mientras está trabajando, al contrario que la mayor parte de la musculatura. Este es el motivo por el que surge un acortamiento en el caso de las personas sedentarias. En el ámbito deportivo los ciclistas, practicantes de spinning, escalada, triatlón, futbol, etc. son los deportistas que más incidencia tienen a este nivel, esto se debe principalmente al movimiento de flexión constante.
COMPONENTE EMOCIONAL
Algunos estudios recientes consideran además al psoas, un órgano de percepción compuesto por tejido bio-inteligente que encarna, literalmente, nuestro deseo más profundo de supervivencia y de florecer. Es decir, es el mensajero primario del sistema nervioso central, por lo que es considerado también como un portavoz de emociones (“de las mariposas en la tripa”). Esto es debido a que el psoas está conectado con el diafragma a través del tejido conectivo o fascia, por lo se ve afectado tanto en la respiración, como en el miedo reflejo.
Con un abdomen habitualmente en tensión y comprimido, una vitalidad disminuida y una respiración alterada, es comprensible que el psoas conlleve alteraciones emocionales ya que un estilo de vida acelerado y el stress generan adrenalina que crónicamente tensan el psoas, preparándolo para correr, entrar en acción o encogerse para protegernos. Si constantemente mantenemos el psoas en tensión debido al stress, con el tiempo comienza a acortarse y a endurecerse. Se dificultará así nuestra postura y las funciones de los órganos que habitan en el abdomen, dando lugar a dolores de espalda, ciáticas, problemas de disco, degeneración de la cadera, menstruaciones dolorosas o problemas digestivos. Igualmente, la sensación permanente de inseguridad que algunas personas experimentan puede estar directamente conectada con el sobreesfuerzo continuo por mantener el equilibrio del esqueleto.
Por otro lado, un psoas tenso manda señales de tensión al sistema nervioso, interfiere en el movimiento de los fluidos y afecta a la respiración diafragmática. De hecho, el psoas está tan íntimamente involucrado en las reacciones físicas y emocionales básicas, que cuando está tensionado de forma crónica, está enviando al cuerpo continuas señales de peligro, por lo que puede repercutir en el agotamiento de las glándulas suprarrenales y del sistema inmunológico. Éste está íntimamente conectado con la ancestral reacción de “lucha-huida” que permite a los animales defenderse en una situación de peligro, cuando deben enfrentarse a un agente externo. Esta situación se ve agravada por la forma de sentarnos o por las posturas de nuestros hábitos diarios, que reducen nuestros movimientos naturales y constriñen aún más el músculo. Si nos sentimos agresivos a menudo, y sin razón aparente, es posible que el psoas tenga mucho que ver.
Son muchas las posturas de YOGA que trabajan para liberar la tensión innecesaria del psoas; pues un psoas relajado nos permite fluir, jugar con la vida y desplegar nuestra vitalidad y expresión creativa.
Un psoas liberado permite alargar mucho más la parte delantera de los muslos y permite a las piernas y la pelvis moverse con mayor fluidez e independencia. Mejora la posición de la columna y de todo el torso, con la consecuente repercusión en la mejora de las funciones de los órganos abdominales, en la respiración y en el corazón. Cuando cultivamos la salud de nuestro psoas se reavivan nuestras energías vitales y conectamos de nuevo con nuestro potencial creativo.
El psoas sería como un órgano de canalización de la energía, un núcleo que nos conecta a la tierra, nos permite crear un soporte firme y equilibrado desde el centro de nuestra pelvis. Así, la columna vertebral se alarga y a través de ella, puede fluir toda nuestra vitalidad.
TRATAMIENTO OSTEOPÁTICO
A nivel osteopático nos centraremos principalmente en todo el contexto global de la persona, valorando si existen problemas lumbo-pélvicos o neurológicos que puedan estar relacionados por un desequilibrio en miembro inferior, (problemas en el apoyo al caminar), una alteración visceral o una mala adaptación a cambios emocionales en la persona.
- Osteopatía Estructural para solucionar cualquier dismetría pélvica o problema en la columna que afecte al equilibrio del paciente. Realizaremos tratamiento de tejidos blandos a nivel lumbar y abdominal. En los procesos discales agudos y sub agudos, la simple relajación del psoas y del diafragma como trabajo fundamental de la primera sesión clínica, puede reducir espectacularmente los síntomas del paciente.
- Osteopatía Visceral para equilibrar otros problemas que observemos en el paciente al evaluarle como puede ser tener antecedentes de ciática (por ejemplo en algún embarazo), tener colon irritable, etc…
- Osteopatía Craneal para equilibrar las funciones neurológicas y emocionales para la buena integración de su organismo a los cambios establecidos.
Cuanto más flexible y fuerte esté el psoas, más podrá nuestra energía vital fluir a través de los huesos, músculos y articulaciones. De ahí la importancia de que los estiramientos, tras el tratamiento realizado a nivel osteopático o de fisioterapia, juegan un gran papel para mantener este musculo en óptimas condiciones de flexibilidad.
Para finalizar dejamos una serie de ejercicios muy sencillos para tonificar, fortalecer y ayudar a estirar el músculo psoas y así conseguir tener un “Core” más fuerte. Especialmente importante para runners y aquellos que por vuestro trabajo estéis muchas horas sentados.
Fuente Written by Ángel José Dolón