Sexualidad femenina desde la época arcaica
En las etapas más arcaicas de numerosas regiones de la Tierra, al inicio del arte, la religión, el pensamiento abstracto y la cultura, las manifestaciones artísticas antropomorfas legadas por nuestros ancestros son exclusivamente de figuras femeninas.
Estas miles de obras simbólicas de protagonistas femeninas, son casi siempre exhibidas desnudas y en actitudes sexuales: nos muestran su vulva o la de su hija, o están embarazadas, o dan a luz, aparecen ofreciendo las mamas o dando de mamar a su bebé, o están realizando alguna ceremonia sagrada, mientras portan objetos en las manos, o bailan, o cantan, o tocan instrumentos musicales, o se presentan sentadas en su trono, o como amazonas, o se observan cuando cazan o luchan, o se masturban con finalidad sagrada o hacen el amor…
Estas arcaicas figuras femeninas, plasmación del ideal matriarcal que denotan su autoría femenina, suelen ser de formas esquemáticas y toscas, y representan un concepto que contrasta grandemente con las manifestaciones artísticas de la época histórica, que son obras realizadas ya por varones, de protagonistas mayormente masculinos y donde las imágenes femeninas son símbolos de feminidad, arquetipo de belleza que idealiza el cuerpo femenino y lo presenta como objeto sensual, objeto erótico para la contemplación masculina: han destruido el protagonismo activo que lo femenino tenía en la civilización prehistórica. Reflejan lo que la mujer empieza a ser: un objeto bello que satisface las fantasías masculinas y adecuado para la exaltación machista erótica.
IMÁGENES ARCAICAS FEMENINAS Y SEXUALIDAD NATURAL
Primitivamente, según evidencia arqueológica de manera generalizada, las más arcaicas imágenes humanas legadas por nuestros ancestros de diferentes regiones del universo, son exclusivamente femeninas, presentadas casi siempre desnudas y mostrando su sexualidad natural: figuras embarazadas, dando a luz, ofreciendo las mamas, enseñando su vulva…
Han sido halladas en tumbas acompañando a los difuntos junto con sus bienes, en campos de cultivos, en cuevas cercanas a fuentes de agua, en lugares de culto como santuarios y además ocupaban un lugar del hogar: estaban colocadas en nichos en donde se les tributaba culto: tumba, nicho, cuevas,… como cavidad de la Tierra, como útero de la diosa, origen de la creación.
En relación a ello Kuhn afirma: “Las figurillas ocupan el Nicho de Dios (sic, ¿por qué el término sexista, si son exclusivamente femeninas en el Paleolítico y en el Neolítico, y por tanto representaciones de la Diosa?) como hoy se llama al lugar de culto de las casas de Baviera. En las moradas de los esquimales aún hoy se encuentran estatuillas femeninas, llamadas Schuli” (Dzuli).
Por lo que ya no hay duda de que en todas partes, las arcaicas imágenes femeninas son auténticos ídolos: representación de la Diosa Madre, encarnación de la Naturaleza, la divinidad más arcaica que adoró la humanidad de la primera religión matriarcal, desde hace más de 40.000 años, cuando se creía que el principio femenino regía las fuerzas del universo y cuando se creía que sólo la divina Madre era generadora de vida.
Al respecto asegura Mayr: “Precisamente la palabra Género -genos, genus- mienta originariamente el ser matriarcal-femenino de la Divinidad como totalidad ilimitada, útero y tumba, vaso y basamento. Este Género generante o divino, simbolizado originariamente por la Gran Madre…”
Obras femeninas reflejo de las concepciones religiosas matriarcales y reflejo de las creencias de sus seguras autoras artistas. Creencia en la autoría femenina que otros investigadores como el profesor Le Roy Mcdermontt de la Universidad de Missouri, comparte. De él cita Husain (1997): “En el caso de que esta teoría sea correcta, la inmensa mayoría de las esculturas paleolíticas fueron obra de mujeres, lo que sustenta los argumentos de las feministas acerca de que no fueron los hombres sino las mujeres las originales artesanas, artistas y transmisoras culturales de una generación a otra”.
A este propósito, afirma Heide Göttner-Abendroth: “¿Puede entonces el arte matriarcal instaurarse fuera de una sociedad matriarcal? No, porque fue y es la expresión directa de esa sociedad”.
Sabemos que al comienzo de la época histórica las imágenes artísticas eran usadas en ritos sagrados. Göttner-Abendroth detalla que aspiraban a lograr un efecto determinado: buscaban comunicarse con la Madre Naturaleza, para propiciarla mediante actos simbólicos: “El antiguo arte matriarcal intentaba influir sobre la naturaleza y modificarla utilizando la magia (la antigua magia)”.
Independientemente de la autoría y finalidad de las imágenes desnudas, sus actitudes sexuales reflejan claramente las costumbres de gran libertad sexual femenina e indican claramente una organización familiar, social y política, muy diferente a la posterior cultura patriarcal de tiempos históricos, en la que la sexualidad femenina fue reprimida y limitada. Está de acuerdo con esto el pensador Delporte, que afirma: “Las formas psíquicas, mágicas o religiosas que condicionan las manifestaciones creadoras, y particularmente, las figuraciones humanas son, asimismo, vigorosamente influenciadas, si es que no son modeladas, por las estructuras familiares, no solamente, y por lo general, por la alternativa clásica entre matriarcado y patriarcado, sino también por la naturaleza de los símbolos que unen a los miembros de la familia, ya entre sí, ya con el exterior…”.
Nos podemos hacer una precisa idea de la conducta sexual de la mujer en la Prehistoria, por la conducta que aún conservaba a principios de la época histórica. También estudiando la conducta sexual femenina en las sociedades matrilineales. Y al analizar la conducta sexual de las hembras primates, ya que la humana deriva de las de nuestros remotos antepasados homínidos: el modo de vida a inicios de la cultura humana sería similar al de los primates no humanos.
SEXUALIDAD FEMENINA A PRINCIPIOS DE LA ÉPOCA HISTÓRICA
Orgías sagradas: con falos, con animales
Según distintos testimonios, la sexualidad en la Prehistoria estaba mucho más desarrollada en la mujer que en el varón. Lo evidencian algunos rituales religiosos sagrados femeninos, que a pesar de que eran secretos, han llegado a nuestro conocimiento.
Y así se sabe en qué consistían las prácticas orgiásticas femeninas de las fiestas “Orgías”: eran ritos sagrados que culminaban los misterios tras la siembra, en honor de las grandes diosas lunares Demeter / Ceres o Cibeles. Consistían en un festín, banquete femenil en el que sólo intervenían mujeres, presididas por una sacerdotisa Orgiasta. Y en el que se cometían excesos y se hacían libaciones de bebidas embriagadoras en ánforas orgiásticas. Se podría deducir en qué consistían los cultos orgiásticos por el hecho de que en los ritos estaban presentes falos llevados por las sacerdotisas Fallóforas y también se realizarían con esculturas hermafroditas (femeninas con extremidades o torso paraboloide, según aparecen en nuestro dibujo VIII), que por el tamaño y forma evidencian que serían usados en rituales orgiásticos.
En relación a las mismas, afirma Cristina Frade: “De hecho, la masturbación (femenina) está ampliamente documentada como ritual religioso en textos sumerios y del antiguo Egipto…”. “… en algunos casos, como el de los «bastones» fálicos de Dolní Vestonice (nuestro dibujo VIII 1) y otros numerosos yacimientos, la similitud de forma y tamaño con los vibradores modernos es tan asombrosa «que sería poco sincero eludir la interpretación más simple y obvia», dice Taylor.” Y en cuanto a ello, comenta Campbell: (aunque) “…arqueólogos extraordinariamente bien cualificados simulen que no pueden imaginar qué servicios podían haber prestado”…”sabemos bien qué servicios prestaban tales imágenes en los períodos inmediatamente posteriores…”.
Y así la palabra “Orgía” se referiría a las prácticas de autoestimulación que realizarían las mujeres, como representantes de la Gran Diosa Lunar hermafrodita en la Tierra. Y estas prácticas han sido llevadas a cabo por sacerdotisas de diferentes cultos en todo el universo. Así las sacerdotisas Bilian de Indonesia, realizaban ritos sagrados para conjurar a los espíritus, como ilustra la escultura de Bali (nuestro dibujo VIII 23), dedicada a la diosa de la Fertilidad. Aparece masturbándose con ojos saltones y lengua fuera (representadas con lengua fuera como numerosas obras de arte simbólicas: de las Diosas Gorgonas griegas, de las Diosas mexicas Tzitzimime, de la Diosa Kali de la India…). (Escultura de madera de Sacerdotisa Bilian de Diosa Rangda, con cabeza de primate y lengua fuera, único testimonio iconográfico que conocemos que representa crudamente la masturbación sagrada, de Balí, Indonesia, siglo XVII. Foto original publicada por Paredes, T. (1988): La mujer y el arte. El Punto, Madrid).
Con la autoestimulación femenina, se pretendía mágicamente aumentar la Fertilidad de la Naturaleza: y así gracias a la Diosa, las mujeres se quedarían embarazadas, la semilla germinaría, los muertos germinarían / resucitarían y fecundarían a mujeres (esa era la forma en que se creía que las mujeres se reproducían: los muertos enterrados y convertidos en semillas, se reencarnaban en sus descendientes. En palabras de Frazer: “todos los vivientes están animados por las almas de los muertos.” Lo que muestra la creencia de la ausencia del poder procreador del varón: se creía que la mujer era madre virgen).
Otros ritos sagrados, llevados a cabo por mujeres, se realizaban con animales. Como el rito mágico que se practicaba en las fiestas “Misias” en honor de la diosa Demeter / Ceres, que tenían lugar en Misia, en Acaya, La Arcadia (en Pallene) y en Argos en donde había un Templo llamado Miseón, en el que las mujeres se encerraban con perras durante un día y una noche del que salían con grandes risas. Posiblemente las ceremonias mágicas con perras tendrían lugar el 21 de junio, coincidente hace más de 2.000 años con el orto matutino de la Canícula / la estrella Sirio de la constelación Can Mayor / “La Estrella de la Perra” / “La Estrella del Arco” / “La Abrasadora” [Enciclopedia U., Tomo 2 (1988) y Tomo 43 (1988)], coincidente con la aparición de la canícula abrasadora que abrasaba la vegetación, aunque también los calores ayudaban a madurar los frutos [Enciclopedia U., Tomo 43 (1988) y Herrmann (1990)]. Y tendría la finalidad de suavizar mágicamente a las “devoradoras canes”, representantes divinas, antes de que empezasen los 50 días caniculares y así evitar que la canícula abrasase / devorase la vegetación (lo que evidenciaría que el rito estaba originado en la metáfora funcional y astronómica de que coincidente con el orto de Can Mayor se presentaba el fenómeno de la canícula, que en época arcaica tenía lugar el 21 de junio: hambre devoradora, hambre canicular: el fenómeno de la canícula destruye / devora la vegetación).
También manifiesta que estaba mucho más desarrollada la sexualidad en la mujer que en el varón, el hecho de que haya palabras relacionadas con placeres sexuales, derivados de nombres de diosas o heroínas, cuando eran las mujeres las que desplegaban una sexualidad libre en la sociedad arcaica, y por tanto tuvieron el privilegio de dar nombres a las cosas relacionadas. Así del nombre de las fiestas “Afrodisias” en honor de la Diosa Afrodita / Venus, diosa del amor, dieron lugar a los cultos y placeres afrodisíacos, y de la que deriva: anafrodisia (frigidez); el nombre de la diosa Venus califica a los inclinados a los apetitos venéreos, relativo al contacto sexual. De la diosa Volupia del Deleite, deriva los placeres voluptuosos. La diosa Afrodita Libentina es diosa de la Voluptuosidad (derivado de líbido). De la diosa Estimula / Stimula excitadora del deleite sexual, deriva estimulante…
Estas prácticas sagradas evidencian la alta potenciación de la sexualidad que se realizaba en culturas matriarcales y la libertad sexual que gozaba la mujer. Prácticas que perduraron aún a principios de la época histórica, cuando empezaron a ser reprobados y se murmuraba: “eran Misterios sospechosos” (en los que) “se cometían cosas abominables.” Campbell nos cita a Juvenal en (1992) y dice: “Hay una frase muy notable del satírico y poeta romano Juvenal (60-140 a. C.), en la que expresa su desaprobación de lo que ocurría en uno de los cultos secretos de las mujeres:”…”«Nada se simula por juego, todo se hace en serio…»”.
Prostitución sagrada
Otra de las prácticas sagradas de las sacerdotisas de las diferentes religiones matriarcales Mistéricas, existentes aún a principios de la época histórica, era la prostitución sagrada, sacerdotisas muy acreditadas que, además de la prostitución, eran maestras que se ocupaban de la formación de las niñas: aún no estaba desacredita el ejercicio de la prostitución, sino que eran un acto sagrado con finalidad sagrada, una faceta del culto a la Fertilidad. La ejercían en los templos dedicados a la diosa de la fertilidad y del amor.
Afirma Donovan: “Pero la antigua libertad en las relaciones sexuales perduró merced a la prostitución sagrada en casi todas las creencias que adoraban a una diosa madre, así como a las fiestas de promiscuidad sexual, celebradas generalmente en las épocas de la siembra y de la cosecha, o del apareamiento. En unos u otros tiempos, la prostitución sagrada se practicó en todas las culturas del Oriente Próximo, en Egipto y en Grecia. Una inscripción en Lydia testifica que se prolongó esta práctica hasta el siglo II de la era cristiana. Las mujeres se entregaban en los templos a los extranjeros, no por placer carnal, sino como un solemne deber religioso de servicio a la diosa madre. Se lo exigía la fe, y por esta práctica, más que perder, ganaban respeto”.
Y añade más adelante la cita de Heródoto: “«Toda mujer del país está obligada, una vez en su vida, a sentarse en el templo de Venus, y tener comercio con algún extranjero”.
Se prostituían en honor de la gran diosa asiria, babilónica Militta / Mylitta / Belit-Beltis.
Sáinz de Robles afirma de los templos de la diosa Isis: “Sus templos eran verdaderas casas de prostitución”. Leemos de las sacerdotisas de la diosa Afrodita, en el Tomo I de la Enciclopedia Biográfica de la Mujer (1967): “En su templo de Corinto oficiaban en algunas ocasiones mil sacerdotisas cuando la prostitución aún tendía esencialmente a fines religiosos.” Además en honor de la gran diosa Enyoma / Enio / Enyo / Belona / Maa / Ma / Má, adorada por los ketitas / hititas y frigios en el Ponto y por los lidios en Capadocia, había 3.000 Hieródulas y 3.000 Hieródulos eunucos, que practicaban la prostitución sagrada en su templo de Comana. Exclusivamente mujeres celebraban las fiestas de primavera “Erosantias” en el Peloponeso y las “Eronias” en Atenas, en las que se prostituían en honor de diosas. Las Lamias eran hechiceras, magas y rameras de la diosa Lamia. Las Palades eran heteras escogidas entre las más bellas jóvenes de las más nobles familias, al servicio de templos en Egipto. El vocablo puta, con el sentido de prostituta, tiene su origen en las sacerdotisas de la diosa romana Puta, que presidía la poda de los árboles = putare. Dado que el mismo día que se podaban los árboles, con cuyas ramas eran azotadas mujeres como ceremonia sagrada de solicitud de embarazo, las sacerdotisas finalmente terminaban ejerciendo la prostitución sagrada en su honor, el nombre de la diosa Puta, pasó a denominar a la mujer que ejercía la prostitución. Y aún los judíos celebraban la fiesta “La Tienda de Muchachas” / “Succot” = “Tabernáculo” / Fiesta de los Tabernáculos en la que las jóvenes practicaban la prostitución sagrada en honor de la diosa asiria, que los babilonios transportaron a Samaria (2 Re 17, 30) Secoth-Beneth / Sochoth-Benoth / Sucot Benot, personificación de la estrella Venus, asimilada a la diosa Afrodita / Venus o a la diosa Militta / Belit.
Otras conductas licenciosas femeninas
A principios de la época histórica, en diferentes culturas ya patriarcales, aún pervivían costumbres de gran libertad sexual femenina, vestigio del matriarcado. En esas sociedades, en principio, no se exigía la virginidad femenina antes del matrimonio. Dada la consideración de valor sagrado que tenía el acto sexual en la antigüedad, no estaba todavía limitada la sexualidad femenina si aún no había llegado al matrimonio.
Esto explicaría que culturas que estaban evolucionando al patriarcado y en las que se exigía dote a la novia para acceder al matrimonio, dado que la mujer vio restringida el derecho a ejercer otras profesiones con las que autosostenerse, y dado que los padres no asumían el pago de la dote, la prostitución era la única vía para conseguirla. De forma que el origen de la prostitución no sagrada, fue la implementación de la familia patriarcal surgida en la sociedad de transición al patriarcado, cuando estaba evolucionando la familia matriarcal, en cuya sociedad la mujer perdió el derecho a la herencia y la propiedad del suelo pasó a manos masculinas, por lo que la familia dejó de depender de ella para su subsistencia, con lo que se modificó su función económica.
Comenta Solana Dueso: “Que las mujeres que recibían alguna educación se convirtieran en heteras es lo que se puede esperar. En efecto ¿qué otra salida le cabía en Atenas a una mujer que se relacionase con el mundo del arte o de la intelectualidad? Y más en general, ¿qué otra cosa podía ser en Atenas simplemente una mujer culta e instruida sino una hetera? Si no es como tal, ¿acaso tendría acceso alguno al mundo masculino, en cuyas manos se encontraba la dirección política, el arte, la intelectualidad?”
Por lo que el ejercicio de la prostitución no impedía contraer ventajosos matrimonios [como aseguraba Plinio en referencia de Giusseppina Sechi] y que a otros occidentales tanto asombraba.
La consideración que gozaba la prostituta todavía a principios de los tiempos históricos, como lo ilustra el gran número de importantes cortesanas / hetairas / meretrices y sacerdotisas que ocupaban un lugar destacado en la sociedad machista griega, manifiesta la libertad sexual que gozaba aún la mujer, pervivencia de instituciones matriarcales, así como de su amor a la cultura, religión y Bellas Artes. Un ejemplo típico es el de Aspasia de Mileto que fue, antes de casarse con Pericles en el siglo V adne, hetera, maestra de niñas en una academia, maestra de Sócrates, profesora de retórica y conferenciante en el Pritaneo de Atenas.
Y aún las conductas licenciosas femeninas, resto de una antigua costumbre de la sociedad matriarcal, eran tratadas sin reparos y fomentadas por las obras de arte y la literatura de la época.
Un testimonio artístico del ejercicio de la prostitución femenina tratado sin reparos, es el dibujo grabado en una téssera / tessera de un prostíbulo de época romana, en la que se observa la acción que la prostituta va a realizar al cliente (Dibujo 1).
Dibujo 1 Téssera con prostituta realizando fellatio a cliente
Dibujo 2 Esposa griega supliendo el abandono de su esposo
Otro testimonio de la práctica de la masturbación femenina mostrada sin rubor, es la figura pintada en una vasija griega (Dibujo 2).
Refleja cómo suplían las casadas el abandono de sus esposos, debido a sus continuas expediciones militares o a la falta de gratificación sexual dentro de la institución del matrimonio, ya que los esposos sólo cumplían el débito conyugal tres veces al mes. Dada la obligación de la esposa de permanecer relegada en el gineceo, recurría a los consoladores para completar su vida sexual. Como refiere Kneissler (1993): “Las mujeres tenían vetadas las aventuras extramatrimoniales bajo amenaza de sufrir castigo. Los ebanistas que tallaban dildos -penes de madera recubiertos con una fina funda de cuero flexible y lubricado- debían hacer por tanto, buenos negocios”.
Y un ejemplo de similar conducta fomentada por la literatura es la canción de la poetisa ateniense Datis, aportada por Aristófanes en (1990): “Ahora es aquello, viene a pelo la canción de Datis, la que cantaba una vez a mediodía mientras se frotaba: «¡Cómo me gusta y me complazco y me divierto!»”.
SEXUALIDAD FEMENINA EN SOCIEDADES MATRILINEALES
Constata que la conducta sexual femenina fue en principio libre, las costumbres de las sociedades matrilineales, existentes en las etapas más antiguas de la historia humana antes de su constitución en estado, y sociedades matrilineales existentes en algunas regiones primitivas todavía. En estas sociedades perviven o pervivían hasta hace poco, costumbres y antiguas instituciones matriarcales, aunque atenuadas, consideradas reminiscencias del matriarcado.
De ellas recogen Conkey y Tringham las palabras del vídeo de Charlene Spretnak titulado «The Goddess Remembered»: “Diría que una cultura matrifocal es aquélla en la que la mujer tiene un lugar de honor y respeto, lo que no implica dominio. Los hombres y las mujeres enterraban casi del mismo modo en las culturas de la Europa antigua. Las mujeres tenían algo más de ajuar, pero no encontramos nada similar a lo que será el sistema de jefaturas patriarcales posterior, donde un hombre poseía mujeres y otros hombres, así como caballos y objetos. Es decir, se trataba de una sociedad bastante igualitaria. No es que se gravara a situación de los hombres para favorecer la de las mujeres. Era solo la natural reverencia de los poderes ligados con la Madre Tierra y las mujeres (Read, 1988)”.
En las sociedades matrilineales consideran que hacer el amor es bueno, se muestran semidesnudos, los padres copulan a la vista de niños o adultos,… y existen costumbres licenciosas y de promiscuidad sexual por parte femenina, que tiene relaciones sexuales libres. Comenta Hayes en la Enciclopedia U., Tomo 33 (1988): “… en las sociedades exógamas las mujeres pueden rechazar a los pretendientes…”. Es ella la que elige a sus múltiples amantes, la casada puede ser infiel a su esposo, y otorga la «amistad del muslo» al huésped (la cultura occidental considera machistamente que «el varón prestaba la esposa al huésped»). Existe promiscuidad sexual entre los jóvenes de manera reglamentada, antes de casarse. En algunas sociedades se practica la poliandria: una mujer con varios varones, institución social que subraya la alta posición femenina y que tiene por resultado darle un lugar preponderante en la sociedad. O «la mujer no vive» con su esposo, quien sólo la visita de noche (y ella le paga el favor sexual). O existe “el esposo desconocido”. Y eran sociedades que consideraban nacimientos milagrosos los que tenía una mujer de padre desconocido. En palabras de los autores de la Enciclopedia U., Tomo 33 (1988): “… fue engendrado por Zeus, es decir, por un padre desconocido, una característica del matriarcado.”
Y muestra estas costumbres de libertad sexual femenina, algunos hechos de las sociedades históricas matrilineales narrados en diferentes fuentes. Y así, Dominik Josef Wölfel en (1968) nos dice de la sociedad matrilineal de la Irlanda celta: “Los celtas nos ofrecen la prueba más clara de que la península europea antigua tenía una estructura matriarcal… La extraordinaria libertad de la mujer en los pueblos del resto de la antigua Europa habla en favor de la hipótesis de que un estrato «matriarcal» más antiguo fue recubierto o influido por un estrato patriarcal más reciente, pero quedó hasta cierto punto libre de él. El material que sobre esto nos es conocido nos lleva al convencimiento de que el estrato patriarcal llegó tardíamente del Este, traído quizá por los indogermanos, pues son precisamente las áreas megalíticas y de las altas culturas arcaicas las que conservan mayor número de survivals de la organización matriarcal”.
“El famoso Diálogo en el lecho entre la reina irlandesa Medb y su esposo Aillil, nos aclara la relación existente entre el rey y la reina. Ella era quien lo había elegido y no él a ella; Medb era la reina del país y, antes de Aillil, dos hombres llegaron a ser reyes por su matrimonio con ella, y sólo matando al segundo en combate singular, se convirtió Aillil en el tercer esposo y rey. Junto a él conserva Medb otros hombres, a los que otorga la «amistad del muslo», una relación hombre-mujer que tiene su equivalente más exacto entre los bereberes lemtei (b. a. tuaregs), donde se emplea una expresión casi idéntica para designarla, o en la «ronda» campesina europea. Si el rey tenía celos, podía vengarse en el amante, pero su esposa era inviolable para él”.
Y añade Wölfel: “Lo mismo ocurre en Britannia: la reina Cartismandua repudia a su esposo Venutius y toma por esposo a un escudero, que de este modo llega a rey, lo que causa la admiración de los historiadores romanos que nos narran este episodio”.
La existencia de libertad femenina en las sociedades matrilineales, en las que la familia es matrilineal, constata el hecho de que fue la implementación de la familia patriarcal, la causante de la pérdida de libertad sexual femenina.
Hoy día aún perviven algunas sociedades en la que las mujeres conservan la antigua libertad sexual de nuestras ancestras. Un ejemplo muy especial es la de los Na, pueblos mongoles del norte de China, cercana a la frontera con Rusia, que viven en las montañas de Yunán. Es una comunidad campesina matriarcal “caso único en el mundo” en palabras de Soutif, Dray y Dibie (1999), quienes cuentan sus costumbres aportadas por el etnólogo chino Cai Hua, en la que sobrevive costumbres del matriarcado arcaico (según documental de Malcolm Penny, 1988).
En esos hogares no existe el matrimonio, reina gran libertad sexual y una auténtica ausencia de celos. El varón como “hachu” “varón aceptado”, es el amante furtivo, que visita de noche a la mujer que lo elige.
En otras regiones, aún hoy día se conservan algunas costumbres sexuales, reliquias de una sociedad anterior de derecho materno. Se da en aquellas culturas en las que las religiones patriarcales (judaísmo, cristianismo o islamismo) no han ejercido su influencia. Por ejemplo entre los esquimales existe la costumbre de jugar al cambio de pareja entre matrimonios. En algunos pueblos del Pacífico en ciertas fiestas periódicas, también los miembros de matrimonios se emparejan con otros compañeros y se van al bosque a pasar la noche. En Tanzania las mujeres casadas pueden disfrutar de amantes…
Precisamente la existencia de estas costumbres sexuales, tan divergentes de las que han estado vigente hasta hace poco en la sociedad patriarcal occidental durante los últimos dos mil años, muestra que la conducta sexual no ha sido determinada genéticamente, sino por la cultura. La conducta sexual que tienen los sujetos pertenecientes a cada género en una civilización y en una época determinada, independientemente de que tengan un fundamento biológico, congénito, es cultural y aunque descansa sobre los instintos es resultado de un condicionamiento social.
La conducta sexual femenina en los últimos 2.000 años de nuestra cultura occidental, ha sido modelada a partir de la que se consideró adecuada, en las regiones donde se impuso la cultura patriarcal y machista griega (sobre la que se ha cimentado nuestra actual civilización patriarcal, que arranca de ella y es el origen de que seamos de esta manera), cuando se introdujeron normas morales por las que regir su conducta, tras la exigencia de guardar fidelidad dentro del matrimonio, para evitar el adulterio, a partir de la instauración del matrimonio.
Con la modificación de la sociedad hacia los valores judeocristianos, aún más machistas que los de la tradición griega machista, en su deseo de subordinar aún más a la mujer, los jerarcas religiosos, además de no permitir el adulterio femenino (Mt 19, 19) y al considerar ¡el placer sexual pecado!, les entró la manía de reprimir la sexualidad femenina, y negó a las mujeres también el derecho al placer sin finalidad procreadora, prohibiendo las prácticas autoestimulatorias y practicar libremente el sexo antes del matrimonio (Eclo 42, 9, 14), introdujeron el ideal de la virginidad, con la exigencia femenina de convertirse en un ser espiritual y atenerse al ideal de mujer pura y guardadora del hogar familiar. Mujer como pilar básico de la sociedad y con la elevación a la categoría de madre-mística-pura, que había de guardar normas morales. Y la mujer no tuvo más remedio que aceptar y someterse a la imposición y exigencia. También reprimieron las relaciones homosexuales, hasta que afortunadamente hoy día, los seres humanos estamos reivindicando y consiguiendo la libertad sexual total.
Las imágenes femeninas de occidente en los últimos 2.000 años, usadas como modelos correspondientes a los comportamientos que deseaban imponer y para que fuesen imitados, han sido bien como:
-Arquetipo de belleza: representadas en papeles como ser secundario y que se atenían al ideal femenino de belleza formal corporal, objeto para la contemplación y disfrute erótico masculino, que afirma el valor de la mujer como objeto de deseo.
-Arquetipo espiritual: representaciones de la Virgen María pura y casta y de santas. Son infinitas esculturas de la Virgen María sola o con su bebé; escenas con la coronación de la Virgen; la visitación; la muerte y asunción; de natividad con escena de adoración de magos; la Virgen al pie de la cruz; la Piedad, imágenes de santas, etc.
-Arquetipo sexual: que reflejan la consideración femenina como símbolo de lujuria y de pecado y se la convierte en un ser maléfico. Se empiezan a tallar imágenes con las que se intentaban cohibir las conductas escenificadas, como medidas disuasorias para que las mujeres se abstuvieran de realizar esas conductas pecaminosas. Por ejemplo para expresar que un varón estaba dominado por el pecado se representaba de rodillas mientras una (mala) mujer lo cabalgaba como símbolo de dominio. Y cuando el varón era el que vencía el pecado, es él el cabalga sobre la (mala) mujer y la domina.
Es decir, puede resumirse que las manifestaciones femeninas en occidente en los últimos milenios principalmente han sido exclusivamente de madres, místicas, mujeres pecadoras, o mujeres que cumplían el ideal de belleza, o relacionadas con el culto religioso. Es de destacar la representación escultórica de santa Babila con un candado en la boca, metáfora del ideal machista de negar a las mujeres incluso el derecho al uso de la palabra, única arma femenina que la compensa de su falta de poder.
SEXUALIDAD DE PRIMATES BONOBOS
Hemos dicho que la conducta sexual humana tiene un fundamento biológico, congénito, pero que es cultural y resultado de un aprendizaje. Pero a medida que nos acerquemos a nuestros remotos antepasados homínidos, más cercana estaría a la de los primates de los que descendemos.
Pero parecería que la sexualidad femenina no tendría nada que ver con la de las hembras de otros mamíferos, por el hecho crucial de que, la conducta femenina no depende de las hormonas, está vinculada al placer, mientras que la de los animales mamíferos está vinculada a la fecundación, a la supervivencia, es instintiva y está bajo control hormonal y con la finalidad exclusiva de la procreación. De forma que mientras que la mujer está dispuesta a copular en cualquier momento del día y del mes, ya que no tiene relación con la ovulación, las hembras de las diferentes especies animales mamíferos, sólo están dispuestas a copular en el período definido para la procreación: en el estro anual.
Pero hay una especie animal, en la que la conducta sexual de las hembras, de forma extraordinaria no depende ni de las hormonas, ni tampoco está vinculada a la supervivencia, al igual en los humanos. Son los chimpancés pigmeos / enanos / bonobos.
Nancy Thompson-Handler fue la primera que observó en Lomako, República de Zaire, entre el río Zaire y Kasai en la década de los años 80s, que en esta especie, la práctica sexual está vinculada al placer, al igual que en la especie humana.
Los bonobos “nuestros más inteligentes parientes primates y más semejantes a nosotros” hacen muchísimo el amor. Y lo hacen porque las hembras bonobos no presentan estro (igual que la mujer) y siempre están dispuestas a la cópula, a excepción del tabú madre-hijo. Quizás los bonobos sean los animales que más hacen el amor, incluso mucho más que los humanos actuales, ya que ellos no limitan la sexualidad con normas morales, ni tampoco eliminan el derecho al placer, como los humanos aún hacen.
Los bonobos forman parejas de hembras con machos o de hembras o machos entre sí. Este emparejamiento evidencia que la utilización del sexo se ha desvinculado de la procreación mucho más que entre los humanos. Y además daría incluso fundamento biológico a la conducta sexual homosexual.
Y justo es la conducta sexual de los bonobos, la que da idea de la conducta sexual en los inicios de la cultura humana, ya que algo parecido debió ocurrir con nuestros remotos antepasados homínidos, de los que descendemos: la relación sexual de los prehomínidos sería similar al de los primates no humanos como los bonobos.
O sea que los bnobos nos muestran el comportamiento sexual de nuestros antepasados: las mujeres tendrían relaciones sexuales promiscuas y serían las mujeres las que elegirían a sus parejas sexuales, que no se podrían imponer por la fuerza. Lo constata los contemporáneos descubrimientos de la Etología, Arqueología y de la Sociología y Antropología de Género (es decir no androcéntria / no machista / no sexista, como lo han sido estas disciplinas hasta hace poco), al igual que ocurre en todas las especies de primates, en las que son las hembras primates las que eligen a sus parejas sexuales, que no pueden imponerse por la fuerza, a pesar del dimorfismo (los machos son mucho más grandes).
Kay y Voorhies afirman: “Los chimpancés y gorilas, ciertamente, muestran lo que algunos han llamado pautas de dominio. Ahora bien, entre los monos el dominio se establece mediante actos de exhibición en lugar de hacerse a base de agresiones dentro del grupo. Estas actividades exhibicionistas suelen tenerlas los machos para con los machos y a menudo su carácter es casi teatral…”.
“Aunque el dominio así conseguido puede a veces llevarse a la práctica en presencia de alimentos, nunca es ejercido en el campo de la sexualidad. Es significativo que la jerarquía de dominio de los monos es exterior a las relaciones macho-hembra. ¿Cuál es, entonces su función?…”.
Aporta José Luis Moreno: “Por lo demás, la hembra, según De Waal, «es libre de elegir si quiere tener o no relaciones sexuales. Si la hembra no quiere aparearse, no hay nada más que hablar, y los insistentes corren el riesgo de ser perseguidos no sólo por la hembra a la que acosa, sino también por las demás hembras»”.
Según Kay y Voorhies: “Esta autora (Sally Linton) afirma que la idea de que los machos seleccionen y posean con exclusividad a las hembras es una noción típicamente euroamericana…”.
Informa Meredith F. Small refiriéndose a las hembras bonobos: “Las hembras son las que dirigen el negocio: sexo y comida -dice Dewaal– creo que es una especie ideal para feministas”.
Afirma Shierley Strum de los babuinos: “Al ser más grande y más fuerte, un macho como Belius podía desplazar con facilidad a una hembra o a un macho más pequeño (…) pero por lo visto los machos más fuertes no podían obtener cuanto deseaban por la fuerza, tenían que encontrar otros medios…”.
Por Francisca Martín-Cano Abreu
Fuente: elciudadano.cl